jueves, 4 de octubre de 2012

Perturbaciones en las relaciones familiares


Cuando se rompen los vínculos entre los infantes y los padres, o se deterioran porque los niños son separados de sus padres o porque las relaciones son difíciles de mantener, las consecuencias pueden ser demasiado severas. ¿Qué ocurre con los niños a quienes se les priva de sus padres desde muy temprana edad? La respuesta depende de numerosos factores, entre los cuales se hallan la razón para la separación, los cuidados que el niño recibe y la calidad de las relaciones antes de la separación y después de ella.
Institucionalización
Cuando los orfanatos eran la única solución para cuidar a los niños cuyos padres habían fallecido o no podían cuidarlos, la mayoría de los bebés llevados allí morían durante el primer año. Los niños que permanecían internos durante un largo periodo decaían intelectualmente y desarrollaban problemas psicológicos.
Un estudio realizado por R. A. Spitz (1945, 1946) comparó 134 niños criados en dos instituciones ("guarderías" y "hogares de niños abandonados") con 34 criados en su propio hogar. Al cabo de un año, los niños de guardería y los criados en su propio hogar estaban saludables y eran normales; pero los de hogares de niños abandonados estaban por debajo del promedio de peso y estatura y su puntaje de desarrollo había descendido con vertiginosidad.
Asimismo, eran bastante propensos a las enfermadades, a menudo con desenlace fatal. Como paradoja, muchos de los niños de hogares para niños abandonados provenían de buena familia, mientras que los de guardería eran hijos de mujeres jóvenes, delincuentes, la mayoría de las cuales sufría perturbaciones o retardo mental, la diferencia más importante entre las dos instituciones radicaba en la cantidad de personas que atendían a los niños. En la guardería, los niños recibían cuidados de tiempo completo de sus propias madres o de madres sustitutas; en el 'hogar de niños abandonados" ocho infantes compartían una enfermera (situación característica de las instituciones).
Al mostrar la necesidad de suministrar cuidados parecidos a los maternos, el trabajo de Spitz desató una tendencia a ubicar los niños en hogares de adopcion y adoptarlos a más temprana edad. En realidad, tanto el estudio de Spitz como otros mostraron que los niños internos en instituciones bien manejadas que les brindan mucha conversación y experiencias activas y llenas de significado no sufren deterioro de la inteligencia, pero, aun en estas buenas condiciones, los niños corren el riesgo de la privación social. El daño no proviene de ser separado de los padres ni de tener más de una persona que los cuida, sino de tos cambios continuos de estas personas, situación que origina la formación de vínculos tempranos emocionales frente a individuos particulares. Este daño puede evitarse con la atención y los estímulos que brinde una persona a quien el bebé se sienta ligado como madre sustituta.
Las investigaciones que midieron las respuestas fisiológicas y de comportamiento de bebés de nueve meses que habían sido separados de las madres durante un periodo corto señalan que el estres de los infantes quizá se deba más a la calidad de los nuevos cuidados que a la separación misma. Cuando las personas que cuidaban a los niños se mostraban cálidas, afectuosas, y jugaban con los infantes antes de que éstos lloraran, los bebés lloraban mucho menos que cuando estaban al cuidado de personas menos afectuosas. Este efecto fue mayor en los bebés cuyo temperamento los impulsaba a enojarse por nada en situaciones en que sentían pérdida de control.
Hospitalización
Aún la mas pequeña estadía en un hospital puede perturbar a os infantes y a los niños que empiezan a caminar; su sensibilidad intelectual comienza a disminuir hasta cuando retornan al hogar, a menos que les brinden muy buena atención. Cuando se hospitalizan bebés entre 5 y 30 meses de edad, atraviesan tres etapas de ansiedad por la separación.



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