Las diferencias biológicas y sociales entre hombre y mujer contribuyen
a que el rol de cada padre sea único en la familia y
la contribución de cada uno, especial. Por ejemplo, la
característica fisica de los
juegos en que
participan los padres ofrece a los bebés estímulos
y retos para superar los temores. Durante los dos primeros
años, sonríen y "conversan" más con el
padre, debido quizá a que él constituye una
novedad.
Un estudio realizado con niños que empezaban a
caminar (dos tercios de los cuales eran hijos de mujeres que
trabajaban fuera del hogar) mostró los beneficios que
produce el que el padre se involucre en los juegos y en el
cuidado de los niños, en especial cuando su actitud es
afectiva y positiva. El comportamiento
del padre tuvo especial importancia en el desarrollo de la competencia para
resolver problemas, y
aunque el comportamiento
de la madre tuvo mayor impacto en a relación, la
interacción con el padre ayudó a crear
vínculos más seguros con la
madre. Además, el vínculo de seguridad con el
papá contribuye a que el niño establezca amistades
más estrechas a la edad de cinco años.
El padre también contribuye de manera importante en
la adquisición de independencia
de los niños que empiezan a caminar. Un estudio se
centró en observar la interacción de 44
niños y niñas de dos años de edad con las
madres y los padres (que fueron quienes les brindaron los
cuidados primarios). A los padres se les dieron instrucciones
para que lograran que los niños se alejaran de los
juguetes y no tocaran un magnetófono. Tanto la madre como
el padre se relacionaron de modo similar con los hijos. En
consecuencia, parece que los papás no representan el
papel de familia
disciplinaria aunque actúan de manera menos
estereotipada.
Como ya se ha dicho, los adultos actúan de modo
diferente frente a los bebés, y esto depende de si son
niños o niñas. Esta diferencia se nota más
en los padres que en las madres, aun durante el primer año
de vida del bebé. En el segundo año esta diferencia
de intensifica: los papás conversan y dedican más
tiempo a los hijos que a las hijas. Por estas razones, los padres
más que las madres parecen ayudar a desarrollar la identidad de genero y el rol de género, proceso por el
cual los niños aprenden los comportamientos que la sociedad considera apropiados para cada sexo.
Los padres también pueden influir más que las
madres en el desarrollo cognoscitivo de los hijos. Cuanto
más atencion preste un padre a su hijo
varón, más inteligente, alerta, curioso y alegre se
mostrará entre los cinco y los seis meses. Los
niños que crecen sin padre se retrasan en su proceso
cognoscitivo frente a los que se crían con los dos padres,
aun cuando en ambos casos la madre actúe de igual manera.
Este hallazgo puede reforzar las evidencias de que el padre es
muy importante en el desarrollo cognoscitivo o mostrar que crecer
en un hogar con un solo padre acarrea desventajas
económicas o sociales.
El mismo hecho de que los dos padres tengan personalidades
diferentes (no importa de que tipo sean) influye en el desarrollo
en formas no conocidas todavía. Por ejemplo, no se sabe
qué efectos surjan del proceso de aprendizaje de
los niños de modo que la misma accion origine
diferentes reacciones de la madre y del padre. Sin embargo,
parece claro que cualquiera de los dos que desempeñe el
papel
más duradero en la vida cotidiana del niño
ejercerá en él una influencia decisiva.
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