jueves, 4 de octubre de 2012

Ansiedad ante lo extraño y ansiedad por la separación

Sofía era una bebé amigable, sonreía a los extraños, se acercaba a ellos y continuaba arrullando alegremente aun cuando alguien cualquiera estuviera a su alrededor. En la actualidad tiene ocho meses y llora a gritos cuando un extraño se le aproxima o cuando sus padres tratan de dejarla con una niñera. Sofía experimenta ansiedad ante lo extraño, prevención ante la persona a quien no conoce y ansiedad por la separación, angustia cuando se va un familiar que la cuida.
Estas formas de ansiedad solían considerarse señales cognoscitivas y emocionales de la infancia que reflejaban el reconocimiento de la madre y el establecimiento de vínculo con ella. Sin embargo, en la actualidad se piensa que estos fenómenos son variables y dependen en gran medida del temperamento del bebé y de las circunstancias de vida.
Aunque la reacción de Sofía es normal, no es universal. En primer lugar, existen diferencias transculturales en la ansiedad ante lo extraño. Por ejemplo, cuando los niños navajos llegan a la edad de un año muestran menos ansiedad que los niños anglo - americanos. Entonces, existen diferencias en el interior de una cultura, los niños navajos que tuvieron muchas posibilidades de interactuar con otras culturas, porque pertenecían a familias numerosas o vivían cerca de puestos comerciales, estaban menos prevenidos frente a los extranjeros que otros niños navajos.
En la cultura dominante estadounidense, los niños casi nunca reaccionan de modo negativo frente a los extraños antes de los seis meses; comienzan a hacerlo a los ocho o nueve meses y aumentan cada vez más este comportamiento durante el primer año de vida. Sin embargo, a los tres o cuatro meses se presentan señales sutiles de prevención frente a los extraños, las cuales demuestran que el bebé reconoce a las personas que habitualmente lo cuidan y que no se siente seguro con el recién llegado. No obstante, cuando tiene mas edad, el niño puede reaccionar de modo positivo frente a un recién llegado, en especial si no lo ha maltratado, aunque espera un poco antes de acercarse poco a poco. En esta clase de acercamiento priman la curiosidad natural y la tendencia innata a relacionarse con otras personas.
Al reaccionar frente a un extraño, el bebé se fija en las señales emitidas por las personas que lo cuidan. En un estudio con bebés de 10 meses algunas mujeres desconocidas se aproximaban a las mamás, que hablaban de la mujer a los bebés bien fuera de modo positivo o neutral, o hablaban a la mujer de la misma manera, o permanecían calladas. Cuando las madres hablaban positivamente acerca de la extraña los bebés se mostraban más amigables con ella que en otras ocasiones, y es probable que se inclinaran hacia ella y le ofrecieran un juguete. En apariencia los bebés referencian socialmente a sus madres en esta situación ambigua y actúan en consecuencia.
En la actualidad, ni el miedo temprano e intenso a los extraños ni la fuerte protesta cuando la madre sale se consideran una señal de vínculo seguro. Ahora los investigadores miden el vínculo mas por la capacidad de los padres para brindarle afecto y comodidad a sus hijos cuando están juntos que por la cantidad de lágrimas que el bebé derrama cuando éstos se marchan. El llanto de un niño cuando los padres se van o cuando un extraño se acerca puede revelar más acerca de su temperamento que de la seguridad de su vínculo.

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