Sofía era una bebé amigable, sonreía a
los extraños, se acercaba a ellos y continuaba arrullando
alegremente aun cuando alguien cualquiera estuviera a su
alrededor. En la actualidad tiene ocho meses y llora a gritos
cuando un extraño se le aproxima o cuando sus padres
tratan de dejarla con una niñera. Sofía experimenta
ansiedad ante lo extraño, prevención ante la persona a
quien no conoce y ansiedad por la separación, angustia
cuando se va un familiar que la cuida.
Estas formas de ansiedad solían considerarse
señales cognoscitivas y emocionales de la infancia que
reflejaban el reconocimiento de la madre y el establecimiento de
vínculo con ella. Sin embargo, en la actualidad se piensa
que estos fenómenos son variables y
dependen en gran medida del temperamento del bebé y de las
circunstancias de vida.
Aunque la reacción de Sofía es normal, no es
universal. En primer lugar, existen diferencias transculturales
en la ansiedad ante lo extraño. Por ejemplo, cuando los
niños navajos llegan a la edad de un año muestran
menos ansiedad que los niños anglo - americanos. Entonces,
existen diferencias en el interior de una cultura, los
niños navajos que tuvieron muchas posibilidades de
interactuar con otras culturas, porque pertenecían a
familias numerosas o vivían cerca de puestos comerciales,
estaban menos prevenidos frente a los extranjeros que otros
niños navajos.
En la cultura
dominante estadounidense, los niños casi nunca reaccionan
de modo negativo frente a los extraños antes de los seis
meses; comienzan a hacerlo a los ocho o nueve meses y aumentan
cada vez más este comportamiento durante el primer
año de vida. Sin embargo, a los tres o cuatro meses se
presentan señales sutiles de prevención frente a
los extraños, las cuales demuestran que el bebé
reconoce a las personas que habitualmente lo cuidan y que no se
siente seguro con el
recién llegado. No obstante, cuando tiene mas edad, el
niño puede reaccionar de modo positivo frente a un
recién llegado, en especial si no lo ha maltratado, aunque
espera un poco antes de acercarse poco a poco. En esta clase de
acercamiento priman la curiosidad natural y la tendencia innata a
relacionarse con otras personas.
Al reaccionar frente a un extraño, el bebé se
fija en las señales emitidas por las personas que lo
cuidan. En un estudio con bebés de 10 meses algunas
mujeres desconocidas se aproximaban a las mamás, que
hablaban de la mujer a los
bebés bien fuera de modo positivo o neutral, o hablaban a
la mujer de la
misma manera, o permanecían calladas. Cuando las madres
hablaban positivamente acerca de la extraña los
bebés se mostraban más amigables con ella que en
otras ocasiones, y es probable que se inclinaran hacia ella y le
ofrecieran un juguete. En apariencia los bebés referencian
socialmente a sus madres en esta situación ambigua y
actúan en consecuencia.
En la actualidad, ni el miedo temprano e intenso a los
extraños ni la fuerte protesta cuando la madre sale se
consideran una señal de vínculo seguro. Ahora los
investigadores miden el vínculo mas por la capacidad de
los padres para brindarle afecto y comodidad a sus hijos cuando
están juntos que por la cantidad de lágrimas que el
bebé derrama cuando éstos se marchan. El llanto de
un niño cuando los padres se van o cuando un
extraño se acerca puede revelar más acerca de su
temperamento que de la seguridad de su vínculo.
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