El bebé tiene necesidad
de contacto físico. Tiene necesidad de agarrarse y de pegarse a la
madre, de relacionarse con su pecho, de refugiarse en ella y de trepar
por ella, etc. Y la falta de esas satisfacciones pueden acarrear
conductas anormales en adolescentes y adultos.
Si analizamos a
muchas familias con conflictos profundos, fácilmente nos encontramos con
madres frías, distantes, poco cálidas en afecto, en expresividad
corporal, en dejarse agarrar, trepar, tocar, palpar, chupar, etc. por
su hijo de pocos días o meses, el cual, aunque esté bien alimentado, si
le falta ese “piel-a-piel”, estará amenazado por problemas durante toda
su maduración.
Es por eso que una madre bien orientada puede
evitar que se produzcan procesos que alteran profundamente la
maduración de la personalidad del hijo.
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